El Mueso cubano de los Refranes
La naturaleza, otro de los amores de Tomás Alvarez de los Ríos, parece proteger lo que muchos consideran el único Museo de Refranes del mundo. Ubicado a la entrada de la colonial ciudad de Sancti Spíritus, en el centro de Cuba, la vivienda tiene el tejado casi al nivel de la vía. Al final de los escalones, les recibirá la sombra de sus portales y las sonrisas amables del octogenario periodista y su compañera de cinco décadas.
Las paredes de la casa son de ladrillos sin repellar. En cada ladrillo, un refrán. Así de sencillo, la idea ha permitido recoger siglos de sabiduría popular contenidos en cada proverbio solidificado en las paredes de una vivienda típica cubana con portales a su alrededor.
"Además del conocimiento de la gente en sus paredes, en esta casa que me hizo la Revolución tengo un molino de viento en el patio, un trapiche de caña y otras piezas campesinas, que son huellas de los verdaderos creadores de todo lo que aquí se atesora", esclarece siempre Tomás a sus visitantes, entre quienes se encuentran turistas extranjeros que conocen de la existencia de tan singular experiencia.
No resulta extraño, entonces, encontrar con frecuencia a la sombra del tamarindo del patio a un grupo de amantes de esos tesoros del conocimiento popular, que siguen con atención la filosofía contenida en cada frase, al tiempo que disfrutan de las anécdotas que le dieron origen, contadas por el creador de la Peña de los Refranes.
Sirvan estas páginas, fruto de la recopilación minuciosa realizada por periodistas espirituanos que transcribieron ladrillo a ladrillo los miles de refranes, para entrar en contacto con un museo singular y, a la vez, distinguido por el sello de la universalidad.
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